Escrito por Albert Pouerié
Huimos
y corremos, sin poder escapar. Creemos que somos los dueños de todo,
para que en el final del día llorar en soledad porque no encontramos un
sentido a la existencia, parece que existir y no existir no cambiaría nada en las vidas de los que nos rodean.
¿Hasta
cuándo seguiremos encerrados en nuestro propio ego, encerrados sin
querer rescate? Nos echamos a un abismo con tal de sentir
momentáneamente superioridad ante los demás, pero ¿De qué nos vale? Si
los poderosos lloran en sus habitaciones, los llamados de la “alta
sociedad” se suicidan cada día, personas pierden la razón
porque no encuentran sentido de existir; los jóvenes se deprimen, se
sienten solos, se quitan la vida, se vuelven enemigos de la sociedad,
¿¡Por qué!, qué sucede?
Nuestra
generación ha caído en las tentaciones de la serpiente, dejándose
dominar por su astucia seductora para caer en muerte, que arrastra hasta
demoler cada emoción, raciocinio, sentimiento; que destruye el alma y
espíritu; seducción atractiva ofrecida por los deseos vanidosos de
nuestra carne, los cuales debieron ser hechos muertos por la sangre
derramada. Bendito albedrio, preferimos hundirnos en lo oscuro del
pecado por recibir la satisfacción pasajera de tener o recibir lo que
nuestra carne anhela.
¿Qué
será de ti joven? ¿Qué será de ti generación? Cuando la serpiente ruga
como león, vendrá a devorar todo lo que de ti existe. Traerá muerte,
dolor y lágrimas, no habrá quien te consuele; traerá fracasos y caídas,
no habrá quien te levante; traerá escasez, hambre y sed, no habrá quien
te sustente; traerá guerra, flechas y fuego, no tendrás escudo.
Oh
generación, entonces dirás ¿A dónde ha ido Jehová? Sin darte cuenta que
Él está ahí donde lo abandonaste. Lo dejaste en tu rebelión y por tus
placeres. Él espera por ti. ¿Cómo se consuela al que está apartado?
¿Cómo se levanta a quien quiere arrastrarse? ¿Cómo se sustenta a quien
vive por sus fuerzas? ¿Cómo se protege a quien lucha solo?
En
el final, descubrimos que todo lo que somos y tenemos es por Jehová
Dios. Entonces allí, en nuestro sometimiento a su divina voluntad
recibimos sabiduría, fuerzas y autoridad; pero no para jactarse, porque
de su propiedad somos al entender y aceptar que somos dignos y aptos
delante de Él por el precio de sangre, el cual nos dio entrada ante la
manifiesta presencia del Dios Altísimo por medio del arrepentimiento de
nuestras rebeliones.
Generación,
vuélvete a Jehová. No aborrezcas los favores, no desperdicies las
bendiciones, no te jactes en lo que no es tuyo; más bien agradece y
esfuérzate en hacer lo que Jehová te ha enviado. Porque el vivir es
Cristo y morir ganancia.
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